El lino es una planta anual, de base leñosa, tallos numerosos, hojas lireares y flores que pueden ser rosadas, blancas o algo violáceas. Tiene el tallo erecto y ramificado y sus hojas pueden alcanzar la altura de 50 cm a 1 metro. Da un fruto en cápsulas y semillas del que se obtiene el aceite de linaza, pero en nuestro caso, únicamente se utilizaba para obtener de él la fibra textil conocida con su mismo nombre.

Necesita tierras húmedas o de regadío. Es una planta exigente y de período vegetativo corto. Requiere una buena preparación del suelo, abonos de efecto rápido y dos o tres escardas para eliminar las malas hierbas.

La recolección se efectúa arrancando las plantas a manojos. Luego se forman gavillas que, si se quiere obtener las semillas, se dejan secar para luego pasarlas por un peine de hierro.

Sin embargo, si se quiere aprovechar su fibra hay que sumergirlas en agua para que se destruyan los tejidos blandos que las mantienen unidas. Después hay que golpearlas (majarlas) para romper y separar el eje leñoso de los tallos. Más tarde se separan las fibras de los restos de tallos. Para luego pasar por las diferentes manipulaciones de cardado, peinado o rastrillado. La hebra, una vez seca, es torcida y transformada en hilo y normalmente se la somete a un blanqueo previo antes de utilizarla para elaborar tejidos.

En Tamarón se cultivaba en la zona de Narejo (en algunos escritos aparece como Linarejo) y en la Puente. No he conocido su elaboración pero sí recuerdo haber visto gavillas en el arroyo y sobre todo algunas de las piedras en las que se majaba en las casas. 

En todas las familias en las que se hayan conservado ropas provenientes de herencias antiguas, probablemente habrá algún lienzo de lino, que era como se llamaban.

Tomás Mínguez 2001