La mayoría de las construcciones antiguas de Tamarón son de piedra. Sólo en algunos casos se utilizaba el adobe, en los pisos altos, donde no llegaba la humedad del suelo y estaban protegidos de la lluvia por los aleros de los tejados. El adobe es una especie de ladrillo construido de barro y paja mezclados y dejado secar al sol.

La piedra abunda en los páramos de Tamarón. Es caliza y se deja trabajar. Y, aunque como decimos, tuvo una aplicación frecuente en la construcción de edificios, en este trabajo vamos a considerar únicamente su utilización en la carretera. La actual BU-P-4041. Con nacimiento en Villaldemiro y finalización en Puente Zarzosa.

Se construyó hace aproximadamente un siglo. Anteriormente era un camino carretero y decían que para la aprobación de su proyecto hubo sus más y sus menos; ya que pretendían que pasase por la parte Oeste del pueblo, es decir, afectando a las Eras tanto de Abajo como de Arriba. Al final se llegó al acuerdo del trazado actual que se supone afectaría menos al sistema económico local. 

Para construir una carretera hoy en día se utiliza una gran cantidad de hormigón, pero en épocas anteriores era la piedra el componente principal. Una carretera contaba con un lecho formado por tierra y arena que se cubría con una serie de losas de base, las cuales a su vez se volvían a cubrir con mortero y arena, para finalizar pavimentándolo todo con losas pequeñas y guijarros. Por sus laterales corrían las cunetas que absorbían el agua de la lluvia.

En la construcción de ésta se utilizó material del Arenal de la Revilla, cercano a la raya de Villaldemiro y hoy cubierto de tierra y piedras; ya que ha sido utilizado como escombrera.

La piedra se extraía del Monte de Tamarón; de lo que todavía hoy se conoce como La Cantera.

En la que aún puede apreciarse, dentro de la oquedad que quedó, el filón o veta de donde se arrancaban los bloques que acto seguido y en el mismo lugar se aminoraban para una más fácil manipulación.

Además de para el firme y las orillas, se utilizaba la piedra para la construcción de puentes y alcantarillas. En estos casos, las piedras se labraban por las manos de expertos canteros que sin más herramientas que el martillo de cantería, el metro, la escuadra, el cincel, la maceta y la abujarda, las dejaban perfectas para la misión a que eran destinadas.

En el tramo de cuatro kilómetros que recorre la carretera por terrenos de Tamarón, se construyeron tres puentes y diez alcantarillas.

Enumerándolos de Sur a Norte tenemos:

 -       El Puente de la Revilla que da paso a la regata por la que con regularidad descienden las aguas procedentes de las fuentes de los Pastores, Valdevecín y Santa Ana.

-    El puente del Crucero que recogía las aguas del Campejón. Anteriormente tenía dos ojos pero en la actualidad ha sido entubado dejando una amplia plaza a la entrada del pueblo.

-       El puente del Cepo por donde transcurren las aguas que provienen de Valdelar, el Gorgollón y Narejo.

De las alcantarillas sólo nombraremos la que está junto a la casa del Guarda que recoge las aguas que provienen del lavadero y la antigua Fuentona. Y la que lleva sus aguas hacia la Puente.

En los años 1926 y 27, dada la pésima situación de la carretera, principalmente en las zonas de Prados de Melán, la Calleja y Proncima, hubo de ser recalzada a fondo con abundante piedra mediana y más menuda que con carros era transportada desde el páramo. Se descargaba y luego de extendida, era apisonada por un rodillo tirado por una reata de mulas para finalmente ser cubierta por una leve capa de grava y arena granulada a la que llamaban recebo que se extrajo de los arenales de las Bodegas de Abajo.

En el año 1933 hubo de darse otro repaso parecido y fue entonces cuando se formaron los peraltes en las curvas.

Así transcurrieron varios años en los que se combinaban obras importantes con los cuidados diarios de los camineros que, repartidos por toda la longitud de la vía, cuidaban de rellenar los baches, limpiar las cunetas, librar las alcantarillas, etc.

Fue en los años 60 cuando se produjo una transformación importante; cuando la carretera que era blanca por la piedra caliza, se convirtió en negra por el asfalto. Hasta entonces, la única carretera negra del contorno, y como tal se conocía, era la de Valladolid.

El aumento del tráfico, la invasión automovilística, obligó a cambios importantes. Los últimos, producidos recientemente, han consistido en su ensanche.

Ensanche que se supone consigue una mayor comodidad y seguridad para el tráfico, pero que por otra parte ha supuesto la utilización masiva del hormigón en lo que se refiere a aquellos puentes de los que hablábamos anteriormente.

Ahora ya es difícil ver los remates de piedra labrada y las bóvedas de arco cimbrado. Los troncos de cono que señalaban la situación de estos puentes e incluso los puntos kilométricos.

Todo sea por el progreso, la velocidad y la prisa.